¿Quién lo hubiera pensado?
¿Quién iba a creer?
Un milagro simple me hiciste ver.
Como imaginar que con solo una caricia aliviaría el dolor de mi alma,
devolviendo a mi pecho su perdida calma.
Ese roce de amor, pura y simple verdad,
sanó las fracturas de mi soledad.
Ahora lo sé, en tu tacto reside la cura,
la más dulce medicina, tierna y pura.
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