Con dulzura y místico ensueño,
llévame al refugio de tu intimidad divina,
hasta la purificación de tu alma que anhela paz.
Hasta la más íntima de tus plegarias, donde las
palabras se entrelazan con los suspiros del destino.
Ilumina mi interior con tu luz apacible, y con tu aliento,
que acaricia mi piel como una brisa suave en el anochecer.
Permíteme perderme en el abrazo de tu esencia,
donde los secretos se desnudan y el tiempo se desvanece,
sumergiéndonos en un océano de emociones compartidas,
donde cada latido resuena como un eco de eternidad.
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