En un instante fugaz, una mirada bastó,
no fue la casualidad, fue el destino que habló.
Saltó una chispa, un rayo de luz,
que iluminó el camino que me llevaba a tu cruz.
No hubo dudas, ni preguntas qué hacer,
una certeza absoluta, un dulce querer.
Más allá del tiempo, más allá de la razón,
Supe que serías para mí, mi eterna canción.
Como dos astros errantes que encuentran su lugar,
o dos ríos que al fin se unen para llegar al mar.
Mi alma te reconoció en ese primer aliento,
comprendí el propósito de cada momento.
Eres el puerto seguro que siempre busqué,
la promesa cumplida en la que tanto soñé.
Desde aquel primer día, mi corazón lo supo,
estaba escrito en las estrellas, sin ningún preámbulo.
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