Al atardecer sobre el jardín volaba la golondrina,
la dulce tarde mecida al viento, bajo el cielo los
árboles bailaban al son de la música que la brisa
hacía sonar, entrelazándolos, uniéndolos en
un dulce abrazo, al igual que las nubes allá desde
lo alto se ensamblaban observando el paisaje.
La fuente sonaba trémula y fría, cayendo en
cascada desde lo alto y tú y yo sobre el banco
de aquel jardín nos atrevimos a mirarnos,
sintiéndonos ser parte de aquel paisaje,
acercándonos sin retirar la mirada para
fundirnos en el beso más apasionado y
dulce que nuestras vidas puedan dar.
Hoy desde mi ventana, miro ese banco, esa fuente
y todo el paisaje que formaron parte de aquella
melancólica tarde, cuando nosotros fuimos a ser uno,
y desaparecimos en el paisaje llenándonos de amor,
¡¡¡ Más hoy solo me queda tu recuerdo !!!,
y desde mi rincón elijo cada día la hora en que el sol
se va ocultando y el cielo se vuelve de un tono rosáceo,
¡¡¡ La tarde cae !!!
Al igual que cae el agua de la fuente,
pero ante todo caen lágrimas de mis ojos al saber
que nunca más sentiré el calor de ese beso.
Ni tampoco sentiré esa mirada.
Ni ese acariciar del viento cuando tu boca
se posó en la mía.
Ni cuando tus manos al igual que el revoloteo
de una mariposa acaricio mi cuerpo.
Ni como la golondrina desde lo alto bajo para
mirarnos y piar al son de la música de aquella brisa
de cualquier tarde de primavera.
Juan Cano
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