Cuando nacieron mis hijos, aún a sabiendas de que yo era solo el vehículo
por el que llegaban a la vida; mi mente, casi de niña,
no alcanzaba a comprender que con el tiempo, sus vidas
y la mía solo estarían unidas por el vínculo del amor
y los sentimientos, pensaba ¡pobre de mí!
Que siempre estarían cercanos y que cuando llegase el otoño de mi vida,
los sentiría a mi lado…
No es así…
Han echado raíces fuera, formado una familia y tienen un camino
por descubrir entre dolores y alegrías.
No hay lógicamente distancia de sentimientos, eso es imposible cuando los lazos
de amor y sangre nos atan de por vida, pero si hay una enorme distancia
en nuestros lugares de residencia
El tiempo, que es el gran maestro de la vida, nos ayuda a descubrir
que igual que nosotros, ellos vuelan buscando su espacio en la vida,
aprendemos a saber desprendernos, son libres como pájaros
y se formarán en el camino, como nosotros,
aprendiendo quizás de nuestros propios errores,,,,
La vida es escuela, es camino, es campo de labranza, siembre y recogida…
Stella
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