En la quietud donde las sombras se unieron,
dos almas en el umbral del destino temblaron.
Tus ojos, faros en la noche incierta,
buscaban mi alma, mi puerta entreabierta.
Había miedo al abismo, al salto, al vacío,
al riesgo de amar sin un ancla, sin un pío.
Pero tú, con la voz suave de quien sabe el cielo,
deshiciste mis dudas, rompiste mi hielo.
Susurraste verdades que el viento no arrastra,
promesas de luz que el alma registra:
La primera noche me dijiste que volar es de valientes.
Y entendí que la vida se mide en momentos.
Ya no temo a las alas, ni a la altura, ni al viento,
contigo a mi lado, el miedo es solo un cuento.
Porque si el amor es el cielo y su azul,
volaré contigo, valiente, hacia la luz.
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